martes, 9 de septiembre de 2014

Pelea de macho montés y macho casero harropo


Una mañana de verano, estoy observando a un grupo de machos jóvenes en una ladera de la vertiente sur de la Sierra de Almijara. Están pastando tranquilamente, cuando observo a unos trescientos metros por las retamas algo blanco que se mueve. Cojo los prismáticos y veo que es un macho casero. Le acompaña una cabra. Yo me apalanco mejor, pues se van acercando a las monteses al tiempo que van pegando bocados. Ya están a pocos metros de las otras, por lo que decido sacar la cámara.


La presencia del macho casero parece perturbarlas, por lo que comienzan a pelearse, ante mi asombro. Se perseguían, se buscaban, ya con furia, como si fuese una pelea en época de celo. El macho casero era mocho, es decir, no tenía cuernos, pero se levantaba ganando la parte de arriba de la pendiente y dejándose caer con gran fuerza, buscando la cabeza del macho montés. Así, lo reboleaba hacia abajo.


Se alternaban, por lo que el macho casero también recibía de lo lindo, pero aguantaba bien los trompazos. Me acerqué un poco más a ellos, escurriéndome entre los espartos y bojes y aprovechando cómo los demás machos estaban distraídos, o quizás también sorprendidos por la pelea. Consigo colocarme a unos 30 metros, me resguardo por unos romeros y mi cámara no cesaba de disparar, hasta tuve tiempo de hacer algún vídeo, pues nunca había visto nada igual. Pienso que la pelea se originó al entrar las cabras caseras comiendo en las querencias de las monteses.